Póster cinematográfico minimalista. El arte del menos es más
Cuando hablamos de póster, hacemos referencia a un cartel que se fija en la pared. Es un elemento de comunicación que ha trascendido su labor comunicativa o promocional para convertirse en un elemento decorativo o reivindicativo. Todos hemos usado estos elementos para dar color a nuestras habitaciones, nuestras clasificadoras y son objetos codiciados entre los coleccionistas.
El póster puede considerarse como parte de la decoración de un ambiente. Al tratarse de un elemento informal suele fijarse a la pared o armarios con cintas adhesivas o chinchetas. Es frecuente que aparezca en el dormitorio de un niño donde se ilustran sus ídolos deportivos, los personajes de su serie de televisión favorita o de los protagonistas de sus videojuegos. También son piezas imprescindibles entre los adolescentes que los usan para tener siempre cerca a sus cantantes, grupos favoritos o actores fetiche. Estos pósteres suelen conseguirse en revistas temáticas, o comprarse explícitamente en tiendas especializadas.
También es posible que el póster esté enmarcado aunque, en este caso, suele hablarse de cuadro. Lo que le permite el marco es adquirir mayor durabilidad y un aspecto más formal, por lo que su uso puede extenderse a otros ambientes de la casa más allá de un dormitorio juvenil. Además, es muy común encontrarlos en estudios, oficinas, restaurantes y negocios que quieren transmitir una estética moderna y/o acorde a los carteles que usan.
Muchas son las empresas en todo el mundo que se han especializado en la creación y venta de pósteres. Y es que cada vez más las personas apuestan por ese tipo de documentos gráficos para decorar las paredes de su habitación o incluso el salón.
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El póster se ha convertido en un elemento tan utilizado que muchos diseñadores han convertido sus creaciones en auténticos iconos decorativos y su difusión se ha masificado. Incluso puede que tú mismo decores tu casa con uno de estos carteles y ni siquiera sepas el origen de los mismos.
Por ejemplo, son llamativos los casos de Rosie «la remachadora», de J. Howard Miller, el mítico cartel con el eslogan «We Can Do It» con el que se promocionaba el trabajo en las fábricas por parte de las mujeres durante la segunda guerra mundial y que hoy es símbolo del empoderamiento femenino. Otro de los iconos es el del gobierno británico durante el mismo conflicto armado que apuntaba: «Keep calm and carry on» o el del Cabaret parisino más importante del siglo XIX «Le Chat Noir».
Pero si el póster ha tenido un impulso importante ha sido gracias al cine. Los pósteres recogen los carteles de las proyecciones más importantes y se convierten en auténticas obras de arte y objetos de colección.
Diferentes estilos artísticos en la historia de los carteles
Dichos carteles o pósteres han evolucionado junto a las diferentes tendencias del diseño gráfico a lo largo de la historia. El art nouveau inspiró a los conocidos como «pintores del cine» en las primeras películas de la historia. Estos cartelistas realizaban atractivas y coloristas ilustraciones para captar la atención de la gente que pasaba delante del cine y a través de ellos la gente sabía si era apta para toda la familia o no.
El art decó influenció al artista Heinz Schulz Neudamm, para diseñar el cartel de Metrópolis de Firtz Lang, una película futurista que le ha dado el reconocimiento del cartel más caro de la historia del cine.
Ya en los años 50 deslumbró el minimalismo de Saul Bass, un cartelista que se puso al servicio de directores como Billy Wilder y Alfred Hitchcock creando piezas únicas e históricas como Vértigo, Anatomía de un asesinato, Psicosis o Con la muerte en los talones. Bass aportó a la historia un estilo completamente diferente y nuevo que resumía el significado de las películas con lenguaje simbólico usando colores básicos y formas geométricas fundamentalmente. Este estilo ayudó a encumbrar a dichos directores y a mantener las películas en la memoria de los espectadores.
De esa misma época datan los carteles neorrealistas de películas italianas de posguerra, donde usaban temperas, acuarelas, acrílicos y óleos, usando colores suaves en unas ocasiones y en otras contrastados entre cálidos saturados, fríos y negros, en historias costumbristas con la idea de endulzar la realidad de esa época. Destaca por ejemplo el cartel de El Ladrón de Bicicletas del artista Ercole Brini.
A partir de los 60, con la aparición de la televisión, los estudios tuvieron que hacer un esfuerzo en proyectos cinematográficos más ambiciosos para tratar de hacer que los espectadores llenasen las salas. En dicha época se inspiraban en el realismo y usaban técnicas como el aerógrafo, donde artistas como Philip Castle conseguían imágenes realistas y con mucho detalle como en el cartel de La naranja mecánica de Stanley Kubrick.
Finalmente, a partir de los 80 prácticamente desaparece la ilustración para dar cabida a la fotografía. Los carteles comienzan a tener composiciones similares donde cobra relevancia el protagonista, el elenco de actores, una escena de la película, entre otras.
El minimalismo en los carteles de cine
En este mismo artículo vemos cómo el genio Saul Bass aplica una tendencia minimalista a sus carteles. Bass es capaz de captar la esencia de toda la película para hacer pósteres memorables a pesar del paso del tiempo.
Aunque actualmente estamos en una época de superación del minimalismo y las tendencias del diseño buscan hacer piezas más elaboradas, éste tipo de estilo sigue estando de rabiosa actualidad y el «Menos es más» del arquitecto Mies Van Der Rohe continúa teniendo fieles seguidores que defienden que eliminar los elementos superfluos y pesados para la vista hace que sobresalga el contenido y cale más el mensaje.
El diseño gráfico minimalista sigue las características propias del estilo: la abstracción, la economía de lenguaje, purismo estructural y funcional, orden, reducción, síntesis, sencillez y concentración.
Aún así, no vemos demasiados carteles minimalistas entre los escogidos por las productoras cinematográficas para promocionar sus películas. Pero eso lo solucionan diferentes diseñadores independientes que realizan ejercicios y retos de minimización de los carteles para captar la esencia de la película y redes sociales como Behance o Pinterest se llenan de obras de arte, de las que muchas mejoran al original.
Como ejemplo te mostramos algunos trabajos de carteles de cine minimalistas y su comparación con el original.
En los diferentes ejemplos propuestos vemos que dichos pósteres minimalistas cuidan de forma especial la gama cromática, y los contrastes, el espacio en blanco, la composición para conseguir equilibrio visual, usan formas geométricas sencillas, juegan con las características de las tipografías y usan mensajes claros y concisos. Suelen usar siluetas de personajes y/o paisajes y juegan con el negativo.
Los pósteres minimalistas basan su fuerza en un concepto que gusta más incluso cuando ya se ha visto la película porque normalmente basan su atractivo en un guiño cómplice para con el espectador. Una buena manera de que se entienda un póster minimalista es ponerlo en contexto con una serie de pósteres del mismo estilo, ya sea de la misma película o de películas diferentes.
¿Y tú? ¿Te atreves a pensar en tu película favorita y hacer tu propia versión de póster minimalista? Nosotros seguiremos mientras tanto muy atentos de vuestros trabajos.