Brutalismo en el diseño

¿Qué es el brutalismo?

Corrían los años 50 cuando el genial arquitecto Le Corbusier («Le Corbu» para los amigos), empezó a proyectar un nuevo tipo de construcciones que tenían en común sus líneas austeras, geometrías marcadas y la ausencia de todo motivo decorativo que pudieran aligerar sus mastodónticas dimensiones.

Una vez más, el franco-suizo estaba haciendo historia.

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Brutalismo en la arquitectura

Su propuesta cuajó durante los siguientes 20 años en los diseños de figuras de la talla de Mies van der Rohe, Alvar Aalto y Miguel Fisac. Esta especie de «arquitectura en esteroides» saca músculo todavía en rotundas edificaciones a lo largo y ancho del planeta.

Ahí están la Unité d´Habitation de Marsella, del propio Le Corbusier; las Torres Blancas, de Saenz de Oiza, en Madrid (la impresionante Pagoda de Fisac fue derribada en 1999); la Fábrica y Walden 7, ambas de Ricardo Bofill, en Barcelona; las celebérrimas Trellick Tower de Londres o Habitat 67, en Montreal; y los no menos espectaculares Geisel Library de San Diego, el Boston City Hall y el Freeway Park, de Seattle.

En todas estas creaciones destaca la aplastante presencia de un material rotundo: el hormigón a la vista, o crudo. En francés, betón brut. Ese «brut» acabó bautizando el movimiento arquitectónico que hoy conocemos como Brutalismo. Famoso por lo descomunal de sus edificios y las polarizadas reacciones que genera (lo amas o lo odias) los ecos de esta escuela resuenan, décadas después, más allá de los enormes muros de cemento que la caracterizan.

Concretamente, en cartelería y en muchas de las pantallas que miramos cada día. De hecho, cada vez más visuales optan por, a falta de hormigón pixelado, arrojar información a lo bruto, como caiga, al peso, en la interfaz o el cartel de turno.  

Brutalismo en el diseño gráfico

En una reacción más o menos lógica a los diseños súper happy y derivados, aquellos creadores en busca de la enésima forma de innovar y llamar la atención encuentran en el decálogo brutalista la respuesta a sus plegarias por dar con una estética profundamente antiestética (al menos en apariencia), para sus propuestas visuales en cartelería.

Se diría que se afanan en aplicar todo tipo de palos a sus propias ruedas. Recurren a una concepción visual de vocación feísta, áspera, fría. Tan poco acogedora como los bloques de hormigón de los hitos brutalistas arquitectónicos. A falta de cemento, los diseñadores se sirven de pesados elementos compositivos que repiten hasta la saciedad, colores chillones, composiciones anárquicas y ¿por qué no? textos borrosos, fotomontajes absurdos… En fin. ¿Será este el antidiseño del que tanto se habla?

Brutalismo en el diseño gráfico

Brutalismo en el diseño digital

Para saber si te estás enfrentando a un interfaz brutalista, prueba a buscar los siguientes elementos: movimientos innecesarios, gráficas del pleistoceno, esquemas monocromáticos, con abundancia de blanco y negro o grises (homenaje digital al hormigón), elementos de diseño modulares y piezas estratificadas, articuladas o extrusionadas que se repiten hasta el hartazgo.

Si, además, el sitio web utiliza un HTML predeterminado sin estilo, no lo dudes: es el equivalente en código al concepto brutalista de obviar todo detalle estético y apelar a la funcionalidad pura y dura. En pos de la más básica utilidad, proliferan las líneas rectas, las geometrías básicas y los elementos de diseño sin editar…

El intencionado «despropósito» está servido.

A este esfuerzo aparente por lastrar la mera visualización de una imagen o la navegación de una web, aun a costa de condicionar la propia experiencia del usuario, se le empieza a denominar el anti-diseño. De repente, parece que la consigna es olvidar toda tu formación superior en el campo, así como tus nociones más elementales de estética, para lanzarse al vacío sin paracaídas a sitios donde la experiencia de usuario dista mucho de ser friendly

En este juego a la contra con tal de llamar la atención, y en un mundo donde todo parece inventado, no es mala idea volver la vista atrás y, con la excusa estética del brutalismo, evocar los diseños de las primitivas webs cuando la tecnología no daba para más… o aquellos primeros pinitos que hiciste cuando empezaste a interesarte por el diseño y tus gráficas parecían un anuncio ochentero.

Brutalismo en el diseño digital

En Freepik te proponemos, bajo la etiqueta «brutalismo», un paseo por el lado salvaje de la estética en un buen número de recursos visuales. Desde geometrías de preescolar a estridentes propuestas de sitios web, encuentra en esta galería de vectores, fotos e iconos una explicación rotunda e inmediata a lo que supone este estilo en el mundo del diseño actual. Y no te apresures a descartar su aparatosa presencia. Hay muchos proyectos para los que esta audaz propuesta puede ser el reclamo visual idóneo.

No queremos despedirnos sin lanzar un último aviso para navegantes… y para capitanes creativos. El brutalismo es una propuesta tan audaz como efectiva en el diseño visual. Ahí están los trabajos que lo prueban. Pero ten en cuenta que meterse en el jardín del llamado antidiseño puede ser nocivo para la buena imagen de una inmensa mayoría de productos y que algunas de las grandes obras maestras del brutalismo arquitectónico han sido demolidas, están abandonadas, o directamente perdidas en una ciudad al norte de la India